Una historia de la Astronomía del siglo XX sin anonimias

A principios del siglo XX se pensaba que otras galaxias eran nébulas de gas anónimas pero, tras unas pocas décadas, gracias al ímpetu y curiosidad de algunos hombres y mujeres, comprometidos con la astronomía y con la ciencia, el universo dejó de ser un difuso enigma.

Sin embargo, al registrarse la historia de las ideas y de la ciencia, se ha pretendido hacer pasar por anónimas nébulas a muchas astrónomas y científicas cuyas ideas y exploraciones han sido de importancia galáctica para el conocimiento y comprensión del cosmos majestuoso.

Las dificultades que Vera Rubin, Cecilia Payne, Henrietta Swan Leavitt o Lise Meitner, entre otras, se encontraron a la hora de desarrollar su talento e ideas para la ciencia, son puestas en contexto en esta breve y apasionante historia de la astronomía del siglo XX. En este libro inspirador no hay anonimias.

La lista A

Por lo general, se suele hacer un listado de mujeres que, aunque destacaron en determinada disciplina, fueron ignoradas y borradas del canon principal de la disciplina, precisamente por ser mujeres. Este enfoque suele ser bienintencionado, seguro, pero lleva a la creación de una lista B, condicionada por lo que se viene a llamar género, pero que queda aparte e incluso ajena al contexto de desarrollo y evolución de la disciplina en cuestión.

Sin embargo, el enfoque Séptima Ola hace exactamente lo contrario: contextualiza las contribuciones de todos los participantes en un área de conocimiento o práctica determinada, sin tener en cuenta si esos ímpetus, esos cerebros, ese genio, pertenecen a un hombre o una mujer o a como sea que quiera definirse un ser humano.

Por eso Anónima nébula (The Net and Moon Press, 2018) no consiste en una selección de diez astrónomas olvidadas sino en una historia de la astronomía del siglo XX en la que se cita a todos los culpables, a todos los implicados.

10 descubrimientos

De ahí que haya seleccionado una lista con los diez descubrimientos más importantes del siglo, elegida de manera aleatoria entre varias listas y, a partir de ella, he investigado por qué se han seleccionado esos descubrimientos y no otros, por qué son importantes, quién los hizo, en qué circunstancias y en qué contexto. La lista elegida ha sido elaborada en el Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Sheffield a partir de una encuesta entre académicos de la universidad y lectores de la revista Astronomy&Geophysics. La pregunta que se planteó era abierta, es decir, cada participante podía proponer su propia lista en la que incluiría sus diez descubrimientos favoritos; la primera opción recibía 12 puntos, la segunda, diez, etc, según el método Eurovisión. Finalmente, los diez descubrimientos ganadores fueron:

  1. El universo se está expandiendo.
  2. Existen multitud de galaxias.
  3. Se predice y detecta el fondo de radiación de microondas.
  4. Estrellas y fenómenos exóticos como púlsares, agujeros negros, cuásars.
  5. Fuentes de energía estelar y evolución de las estrellas.
  6. Diagrama de Hertzsprng-Russell y diversidad estelar.
  7. Exoplanetas.
  8. composición química de las estrellas.
  9. Materia oscura.
  10. Cartografía y estructura galáctica.

Curiosamente, entre los protagonistas de estos descubrimientos hay muchas más astrónomas y científicas de lo que parece o nos han querido hacer creer, lo cual es muy significativo: en la historia de la astronomía del siglo XX, definitivamente, no hay anónimas nébulas.

Hacia el horizonte

Por hacer un resumen, que el universo se está expandiendo [1]  lo descubrió Edwin Hubble a partir de observaciones que mostraban que las galaxias se alejan de nosotros. El fenómeno ya había sido predicho por la relatividad general de Albert Einstein y algunos matemáticos lo habían calculado a partir de las ecuaciones de campo de la teoría. Hubble pudo descubrirlo gracias al metódico trabajo sobre medición de distancias estelares que había hecho Henrietta Swan Leavitt cuando estudiaba las estrellas cefeidas. De hecho, Hubble confirmó primero la existencia de multitud de galaxias [2] porque encontró cefeidas en Andrómeda.

La historia de la astronomía es una historia de horizontes que retroceden. Edwin Hubble

El diagrama de Hertzsprung-Russell [6] fue una síntesis del trabajo de clasificación que se estaba haciendo a principios del siglo XX, tipificándose las estrellas por su luminosidad y tipo espectral. Gracias al desarrollo de la fotografía y la espectrografía se pudo entender al diversidad estelar, primer paso para descifrar su composición, su fuente de energía y su evolución. La emergente teoría de la física cuántica ayudó a desarrollar una herramienta para analizar los espectros atómicos de las estrellas que fue fundamental para entender su física y su química; Mehdnad Saha derivó una ecuación que fue utilizada por Cecilia Payne en su descubrimiento de que las estrellas están compuestas [8] principalmente de hidrógeno.

Otra aportación de Einstein, la ecuación más famosa de la historia, E=mc2, y el descubrimiento de la radiactividad fueron cruciales para entender cómo las estrellas podían ser capaces de generar energía durante millones de años. Gracias a los experimentos que realizaron los expertos en radiactividad y física nuclear como Marie Curie, Ernest Rutherford, Lise Meitner o Enrico Fermi y, de nuevo, la contribución de la mecánica cuántica de Niels Bohr y Werner Heisenberg, se hizo posible describir la fusión que se produce en los núcleos estelares: la cadena protón-protón y el ciclo CNO. Esto sería ampliado por B2FH, es decir, Geoff y Margaret Burbidge, William Fowler y Fred Hoyle, quienes explicaron detalladamente la producción de todos los elementos [5] y, por tanto, la química esencial del universo.

Así las cosas, se empezaron a descubrir exotismos, tanto en evolución cósmica como estelar. La evidencia de que el universo se está expandiendo y la perplejidad que trajo la cuántica, llevaron al desarrollo de una cosmología basada en el Big Bang, cuyo remanente [3] fue detectado en 1965. Por su parte, las etapas finales de la evolución estelar [4] explicaron el espectáculo de las supernovas o el enigma de los agujeros negros. Jocelyn Bell descubrió los púlsares y Maarten Schmidt los cuásars. Las enanas blancas ya habían sido observadas hacía tiempo por Williamina Fleming, aunque se tardó en comprender su idiosincrasia. Subrahmanyan Chandrasekhar descubrió la masa límite a partir de la cual las enanas blancas colapsan y se convierten en estrellas de neutrones o en agujeros negros. Estos sólo fueron curiosidades teóricas hasta que se detectó Cygnus XR-1. Sin embargo, la materia invisible [9] cuyos potentes efectos gravitacionales descubrió Vera Rubin, sigue siendo todavía un misterio. Aún así, los trabajos de cartografía galáctica llevados a cabo por John Huchra y Margaret Geller, los Siete Samuráis o, más recientemente, Hélène Courtois, confirman la influencia de la materia oscura en la estructura del cosmos [10] a gran escala.

En Anónima nébula, de Eva Appel (Tne Net and Moon Press, 2018)

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