El canon de Bloom

El famoso crítico Harold Bloom, el gran crítico literario de su época, autor de El canon occidental (1994) y, por tanto, erudito máximo del reino y celoso guardián del canon, falleció en otoño de 2019 en su residencia de New Haven, en Conneticut, con casi 90 años de edad.

Aunque se ha querido simplificar su gran obra canónica, lo cierto es que Bloom hizo un repaso exhaustivo de la historia de la literatura desde la épica de Gilgamesh (2100 a. C.) o el Libro de los Muertos (1540 a. C.) egipcio hasta  Ursula K. LeGuin (1929-2018) o Don DeLillo (n. 1936), ¡e incluso Rita Dove (n.1952)! Dividió la cronología del canon en cuatro eras: la era teocrática (3500 años); la era aristocrática (500 años); la era democrática (s. XIX); y la era caótica (una profecía no canónica) (s. XX). Desde luego, si alguien pudiera soñar siquiera con leerse la mitad de las obras citadas en el canon de Bloom merecería un cum laude en historia de la literatura.

Era teocrática

En la era teocrática que abarca 35 siglos, se dice pronto, desde Gilgamesh (2100 a.C.) hasta La ciudad de las damas (1405) de Christine de Pizan o Cárcel de amor (1492), de Diego de San Pedro, sólo ha incluido los textos religiosos, filosóficos, históricos y científicos que tienen interés estético. Según sus propias palabras, “de todos los libros que hay en esta primera lista, una vez que el lector conoce la Biblia, Homero, Platón y los dramaturgos atenienses, y Virgilio, la obra crucial es el Corán”, sentenció el erudito. También incluyó algunas obras en sánscrito que son fundamentales por su influencia en el canon occidental; pero la gran riqueza de la literatura china antigua le parecía una esfera aparte, “cuyas traducciones no le hacen justicia”. Ha incluido la Sagrada Biblia y los Evangelios apócrifos; los textos indios Mahabharata, Bhagavad Gita (circa 600 a. C.) y el Ramayana (s. III a. C); los antiguos griegos Homero (circa 800 a. C.), autor de La Odisea y La Ilíada, Hesiodo (circa 700 a. C.), autor de Teogonía, las Fábulas de Esopo (620-560 a. C.), Esquilo (525-456), autor de Oresteia, Sófocles (496-405), autor de Elektra y de Edipo Rey, Eurípides (480-406), autor de Medea y los Cíclopes, el historiador Heródoto (485-420), el autor de Las guerras del Peloponeso, Tucídides (circa 460 b.C), Platón (427-347)y sus Diálogos, y la Ética y la Poética de Aristóteles (384-322).  Entre los romanos menciona a Lucrecio (98-55 a.C.), a Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), las Odas y las Epístolas de Horacio (65-8 a.C.), La Eneida de Virgilio (70-19 a.C.), La metamorfosis de Ovidio (43 a.C.-17), Séneca (4 a.C.-65) y sus Tragedias (sobre todo Medea y Hercules Furens), el Satiricón de Petronio (27-66), Vidas y Moralia de Plutarco (46-120) y El culo dorado de Apuleo (123-180).

Todavía en la edad teocrática incluye la Edad Media en lengua árabe, en latín e incluso en lenguas vernáculas hasta Dante. Cita El Corán, Las mil y una noches (circa 850), la poética Edda (s. XIII) compilada en el Codex Regius, y la prosa Edda del islandés Snorri Sturluson (islandés, 1179-1241), Los cantos nibelungos (s. XIII), Wolfram von Eschenbach (1170-1220), autor de Parzival, Cretién de Troya (siglo XII), autor de Iván: la noche del león, la historia de Beowulf (circa 800), El Cantar del Mio Cid (circa 1200), Christine de Pizan, autora de El libro de las damas (1405) y Diego de San Pedro, autor de Cárcel de amor (1492).

Era aristocrática

Abarca quinientos años, desde la Divina comedia de Dante, escrita entre 1304 y 1321, hasta el Fausto de Goethe, parte II, publicado en 1832. Le parecía a Bloom que se habían escrito grandes textos en cinco literaturas: italiana, española, inglesa, francesa y alemana. En Italia escribieron Dante (1265-1321), Petrarca (1304-1374), Giovanni Boccaccio (1313-1375), autor de El decamerón, Matteo Maria Boiardo (1440-1494) y su Orlando enamorado, yLodovico Ariosto (1474-1533), autor de Orlando furioso; no podía faltar Nicolás Maquiavelo (1469-1527), autor de El príncipe, pero también de La mandrágora, una comedia; y también menciona los Cuadernos del maravilloso Leonardo da Vinci (1452-1519), o La expulsión de la Bestia Triunfante del impetuoso Giordano Bruno (1548-1600), a Tommaso Campanella (1568-1639) y su Ciudad del sol, a Giambattista Vico (1668-1744) y Principios de una nueva ciencia, y las Vidas de pintores de Giorgio Vasari (1511-1574).

En el Gran Siglo de Oro de la literatura española menciona las Coplas de Jorge Manrique (1440-1479), La Celestina de Fernando de Rojas (1455-1541), El lazarillo de Tormes (1554), a Francisco de Quevedo (1580-1645) y su Carta satírica de la censura, los Poemas deFray Luis de León (1527-1591) y de San Juan de la Cruz (1542-1591), los Sonetos y las Soledades de Luis de Góngora (1561-1627), a Miguel de Cervantes (1547-1616) con Don Quijote y las Novelas ejemplares, a Lope de Vega (1562-1635) con La Dorotea, Fuente Ovejuna, Perdido en el espejo yEl caballero de Olmedo, a Tirso de Molina (1579-1648) y el El barbero de Sevilla, a Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) con La vida es sueño, El alcalde de Zalamea, El mago yEl doctor de su propio honor, y los Poemas de Sor Juana Inés de la Cruz.

En Inglaterra y Escocia, como Bloom se lo había leído todo en su idioma, pierde un poco la cabeza en su selección y prefiero hacer una selección de su selección en la que menciona al autor de Los cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer (1343-1400), al autor de La muerte de Arturo, Thomas Malory (1430-1471), al autor de Utopía, Tomás Moro (1478-1535), al autor de La reina de las hadas, Edmund Spenser (1552-1599), al autor de El viajero desafortunado, Thomas Nashe (1567-1601), a Thomas Browne (1605-1682), autor de El jardín de Ciro, y a Thomas Hobbes (1588-1679), autor de Leviatán, a John Bunyan, autor de El progreso del peregrino, aJohn Milton (1608-1697) autor de El paraíso perdido y Paraíso recuperado, a Samuel Butler (1612-1680), a Jonathan Swift (1667-1745), autor de Los viajes de Gulliver, a Daniel Defoe, autor de Moll Flanders, Robinson Crusoe y Diario del año de la plaga, a Henry Fielding, autor de La historia de Tom Jones, a foundling, a Laurence Sterne, autor de The life and opinions of Tristam Shandy, caballero y a Fanny Burney, autora de Evelina, primera escritora de la era. También habla de las Obras de Samuel Johnson (1709-1784), un autor que, al parecer, rescató del olvido. Y cita a Edward Gibbon (1737-1794), autor de La historia del declive y caída del Imperio Romano, a Edmund Burke (1729-1797) y su Pregunta filosófica sobre lo bello y lo sublime y el influyenteReflexiones sobre la Revolución en Francia, y a Maurice Morgan con su Ensayo sobre el caracter dramático de Sir John Falstaff. 

Luego hay decenas de poetas como William Dunbar, John Skelton, Thomas Wyatt, Walter Raleigh, John Donne,  (1572-1631), William Collins, Alexander Pope (1688-1744), Christopher Marlowe (1564-1593) y, como no podía ser de otra manera, William Shakespeare (1564-1616) con todos sus poemas y todo su teatro.

En Francia menciona al autor de La canción de Roland, Jean Froissart (1337-1405), los Ensayos de Michel de Montaigne (1533-1592), a Francis Rabelais (1494-1553) con Gargantúa y Pantagruel, a Margarita de Navarra (1492-1549) y El heptamerón, a Joachim Du Bellay y Los arrepentimientos, a Agrippa d’Aubigné con Las trágicas, a François de La Rouchefoucauld, las Fábulas de Jean de La Fontaine (1621-1695), El misántropo, Tartufo, La escuela de esposas, Las mujeres aprendidas, Don Juan, La escuela de maridos, Ridículos preciosos, El que va a ser caballero y El inválido imaginario, de Molière (1622-1673), los Pensamientos de Blaise Pascal (1623-1662), a Jean Racine y Fedra, Andrómaco y Británico, Las confesiones de Rousseau, a Voltaire con Zadig, Candide, Cartas sobre Inglaterra y El terremoto de Lisboa, al Abbe Prevost y Manon Lescaut, a Madame de La Fayette y La princesa de Cleves, a  Sebastian-Roch Nicolas de Chamfort, y Productos de la civilización perfecta, a Denis Diderot y El sobrino de Rameau y a Pierre Choderlos de Laclos (1741-1803) y Las amistades peligrosas.

Y en Alemania, a Erasmo de Rotterdam (1466-1536), a Friedrich Schiller (1759-1805) con Los ladrones, María Estuardo, Wallenstein, Don Carlos, Sobre lo naif y sentimental en literatura, a Gotthold Lessing con Laoconte y Nathan el Sabio, a Friedrich Hölderlin, a Heinrich von Kleist y a Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) con Fausto, parte I y II, Dichtung und Wahrheit, Egmont, Elective affinities, Las penas del joven Werther, Poemas, Whilelm Meister’s apprenticeship, Whilelm Meister’s years of wandering, Italian Journey, teatro en verso, Hermann y Dorothea, Elegías romanas, Epigramas venecianos, El divan oriente-occidente…

Decía Bloom que a veces no había mencionado obras concretas de los maestros canónicos así como otras veces había intentado llamar la atención sobre autores y libros que para él sí eran canónicos pero que habían sido ignorados. A partir de esta lista, sin embargo, omitió a muchos buenos escritores que no le parecían lo suficientemente fundamentales.

Era democrática

Profesor en la prestigiosa universidad de la Ivy League, Yale, seleccionó a los 26 escritores que habían de ser leídos con deleite, el primero de ellos William Shakespeare, “el inventor de lo humano”, según Bloom, porque cambió la idea del hombre [no sabemos si hablaba del hombre de manera mayestática para incluir a todos los seres humanos o…] y, por tanto, de la literatura. A Miguel de Cervantes lo situó en cuarto lugar [no sabemos si el orden era jerárquico], por detrás de Dante Alighieri y Geoffrey de Chaucer. Después, los franceses Montaigne y Moliére por delante del alemán Goethe. A continuación, los coetáneos ingleses William Wordsworth y Jane Austen, nacidos a finales del siglo XVIII; después Walt Whitman, nacido justo al fallecer Austen, y Emily Dickinson, más o menos coetánea de Whitman, aunque el viejo poeta de hierba vivió más. Entonces, Charles Dickens. Y George Eliot, pseudónimo de la escritora Mary Anne Evans, coetánea del realista Dickens. Leo Tolstoy y Henrik Ibsen, coetáneos también. Y hasta aquí el siglo XIX, más o menos. En decimoctava posición, Sigmund Freud. Después, Marcel Proust. James Joyce. Virginia Woolf. Franz Kafka. Jorge Luis Borges. Pablo Neruda. Fernando Pessoa. Y Samuel Beckett.

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